de cuerdos y locos

Conozco a quienes te llaman LOCURA, sin embargo, a mi tu LOCURA me sabe querida, y si me consideran un LOCO por quererte LOCURA, esos que se saben CUERDOS, es porque no entienden que en tu LOCURA es donde uno realmente alcanza la CORDURA”.

A ti, que siempre creeré haberte conocido de una manera tardía, porque tardíos serán cada uno de los segundos que pude pasar contigo y no lo hice. A ti, que no entiendes de ritmos lentos o raudos, que acabas llenando cualquier instante que compartimos no necesitando ya sonoras compañías. A ti, que aún siendo SOLEDAD acabas por saberme a MUCHEDUMBRE. A ti, que dándote tan poco has acabado devolviéndome TODO.

La agonía de un sábado festivo. No se me ocurre mejor título para definiros lo que supuso para mí, un día como el 6 de diciembre de 2014. Y ahondando más en la historia, seguramente el primer capítulo de este pequeño relato llevaría por título DEBATE. Y es que, afrontar un Maratón en las condiciones bajo las cuales Yo en aquel momento sentía que llegaba, se hacía realmente duro psicológicamente hablando. Bajo mi modesto punto de vista, afrontar cada uno de los 42195 metros requiere de una fortaleza mental muy por encima de la física, consigue hacerte llegar por momentos a un quiebre tanto físico como emocional que requerirán de tu más absoluto convencimiento en tus posibilidades de concluir satisfactoriamente la prueba.

No dejaré pasar por alto lo más que evidente, si detrás de ti llevas un buen entreno, las posibilidades de acabar se multiplican exponencialmente, pero en mi caso, no acababa de llegar ni en un caso ni en otro. Así que me pase todo el día, y cuando digo todo, es TODO, dando vueltas a la posible circunstancia de colocarme en una línea de salida aún imaginaria que me llevarían a recorrer unos nada desdeñables 42 km, y en esas, contemple como pasaban las horas balbuceando de un SÍ a un NO y viceversa. Necesitado de aliento acabe por buscarlo a través de distintas conversaciones mantenidas a través de whatsapp. A pesar de todo acabe por decidir que lo mejor y más sensato era no ponerse en la línea de salida de aquella prueba que tanto me había dado.

Apremiaba la incertidumbre, ahogaba el miedo, atenazaban los nervios; y yo que contaba en deseo, acabe descontando por inquietud, llevando en mi bolsillo la seda morena en la que envolver mi amarga decisión de acabar negándote lo que nunca quise negarnos, pero…quien te niega acaba por negarse a sí mismo .

“ …en ese hueco de esperarla todo me sabe a la alegría del reencuentro, si en mi pulso ya me sube su latido, que será cuando al ver que ya ha venido me suene dentro…”

Y tal como me negué, acabe por negar lo negado. Y volví a ti muchacha, despojado de todo rastro terrenal, sin ataduras y cortapisas,  para contarte la VERDAD, toda la VERDAD y nada más que la VERDAD. Yo soy el que vas a ver, no el que te hayan contado, yo soy quien se acerca a ti con el MIEDO que atenaza, sojuzga o subyuga a quien no acaba de tenerlas todas consigo, yo soy quien tiene vergüenza de mirarte directamente a los ojos intentando evitar tus preguntas inquisidoras: ¿Acaso, no pensabas venir? Y que te respondo yo, si no existe nadie mejor que TÚ para conocer la verdad.

A pesar de todo, y prácticamente un año después, volvemos a vernos, y por ver ya sabes a que me refiero. Distintos ojos mismas miradas y Tú a lo tuyo, sabedora de que, a pesar del tiempo tu belleza se eterniza y reclama los corazones de quien te besa, huele y siente por primera vez o de los que como en mi caso, ya dejaste prendados tiempo atrás y por más daño que nos hagas no podríamos vivir sin sentirte a nuestra vera. Somos tan distintos en tantas cosas. Pero sigues siendo tú y cuando pones esos ojitos yo no puedo decirte No muchacha.

Niña marinera amaneces gélida y ni siquiera consigo entrar en calor a pesar del entusiasmo terrenal. No planteo tácticas, ritmos, ni miro más allá del próximo kilómetro. Tampoco me planteo acabarla en ningún tiempo concreto. Retengo una única frase en mi cabeza que será quien me acompañe constantemente durante todo el recorrido, repitiéndola una y otra y otra y otra vez:

“A veces los momentos más difíciles son los que nos definen”

No sabría deciros porque la retuve en mi cabeza y acabo por acompañarme durante los 42 km 195 metros. Circunstancialmente os diría que necesitaba un estímulo que me hiciera creer en algo que, hasta aquel momento, ni yo mismo imaginaba.

“A veces los momentos más difíciles son los que nos definen”

Y entonces…llegó la fatiga, los calambres, los dolores y como nunca antes comprendí quien eras y que habías venido a enseñarme. Tu eres VIDA y como tal eres camino de enseñanza, valoras el esfuerzo, la constancia y la determinación y como casi cualquier cosa que pretendas conseguir en este mundo no lloverá del cielo, tendrás que sobreponerte a los golpes que irás dando, causarás dolor, atravesarás los límites… pero tú has venido a enseñarnos a ser de otra pasta, de los que atraviesan pasillos humanos en busca de tu lección de vida, de los que se sienten por un momento héroes cuando son los niños los que buscan chocar tu mano mientras te acercas a tu meta, de los que atraviesan Calle Larios contemplando la inmensa Catedral en la que se ha convertido este año y así acabas por olvidar ese dolor que dicen que es pasajero y deja lugar a una Gloria eterna y es cuando sientes la húmeda certeza del llanto. Las lágrimas de quien siente que la vida le ha regalado un momento único, de quien siente que la Maratón acaba de volver a darle una lección olvidada, las de quien acaba de terminar su segunda, son las lágrimas de…UN AXARLÓN.

“Conozco a quienes te llaman LOCURA, sin embargo, a mi tu LOCURA me sabe querida, y si me consideran un LOCO por quererte LOCURA, esos que se saben CUERDOS, es porque no entienden que en tu LOCURA es donde uno realmente alcanza la CORDURA”.

Sub 4h.